La interna sindical se recalienta mientras se define el nuevo triunvirato. Reclamos por más representación femenina y diferencias sobre el rumbo frente a las reformas del Gobierno.
La pulseada por la renovación de autoridades en la CGT estalló esta semana con el portazo de Luis Barrionuevo y una creciente presión de Hugo Moyano, en un clima de máxima tensión entre los distintos sectores de la central obrera.
La reunión prevista para consensuar un nuevo triunvirato expuso fracturas internas profundas. Barrionuevo decidió dar un paso al costado tras rechazar nombres propuestos para la futura conducción, mientras que el sector moyanista insiste con imponer figuras afines, en un momento de reacomodamiento posderrota electoral del peronismo.
Una de las discusiones centrales gira en torno a la incorporación de una mujer al nuevo esquema de liderazgo. También se debate si mantener o no a Héctor Daer y Pablo Moyano, actuales miembros del triunvirato, o avanzar con una fórmula completamente nueva que incluya a representantes de gremios no alineados a ninguno de los sectores tradicionales.
Pero la discusión no es solo de nombres. Detrás de la disputa está la necesidad de definir una postura clara frente a las reformas laborales que impulsa el gobierno de Javier Milei. Mientras algunos sindicatos proponen resistir en la calle, otros creen que la estrategia debe pasar por el frente parlamentario y la presión institucional.
La CGT se prepara así para una etapa clave, donde deberá reordenar su liderazgo y su hoja de ruta en un contexto político adverso y con una fuerte ofensiva oficialista sobre los derechos laborales.